Por Eva Van Kreimmer
Entre los años 20 y 30 salieron a la luz unas particulares publicaciones llamadas Pulp Magazines, mayormente conocidas como pulp, porque en la mayoría de los casos estaban hechos de papel de pulpa de madera, que era un material amarillento, astroso y de baja calidad, pero muy barato. Estas revistas alcanzaron gran popularidad por su precio y sus historias sensacionalistas, cargadas al erotismo, la violencia y todos esos elementos que usualmente se tachan como contenido para adultos.
Es en este formato que alcanzaron su mayor éxito las historias de ciencia ficción, romance, western, terror y variados subgéneros, aunque rápidamente se vieron mermados por la aparición de los comics y posteriormente con la televisión.
Si bien se presume que los pulp surgieron en Estados Unidos, donde se publicaron revistas como «Amazing Stories» que presentó al público por primera vez La guerra de los mundos de H.G. Wells, o «Weird Tales» que nos trajo La llamada del Cthulhu de H. P. Lovevraft, y muchas otras donde nacieron personajes, como Flash Gordon, Tarzán, Conan el Bárbaro o el Zorro.
En Chile, lo que más se comercializó fue una versión española de estos libros cortesía de editorial Brugera, que pese a que ya no se están emitiendo aún es posible encontrar ciertos ejemplares como reliquias familiares. Estos, al igual que los originales, poseían dos grandes cualidades; ser baratos y populares, pero en una suerte de equilibrio carecían también de dos cosas, calidad física como objeto y profundidad de trama. Con esto no quiero decir de que fueran escritas por malos autores, al contrario, debemos recordar que Bukowski, Asimov, Lovecraft y muchos otros fueron escritores pulps, pero el enfoque de estas historias era meramente entretener a su público que era primordialmente masculino.
¿A qué viene todo esto? Para conocimiento popular, durante el año 2020, Sietch ediciones decidió traer de vuelta este formato en una versión renovada que contaría con sus mayores cualidades y ninguno de sus defectos, iniciando por dejar de lado el papel barato y mejorando el material con que se hacían las portadas, e incluso incluyendo solapas, generando la sensación de que era un libro de bolsillo más, pero en un tamaño que era fácil de guardar. Para asegurarse de no fallar en el contenido, eligió autores de trayectoria como Ralph Barby, Francisco Ortega y Roberto Sanhueza, lanzando sus primeros libros bajo el sello «Vintage Pulp».
Desde entonces la colección ha ido creciendo lentamente, integrando novelas cortas y recopilaciones de cuentos adentrándose en la ciencia ficción, el terror y el weir, pero fue solo en mayo 2022 con el lanzamiento de su último título, que logró subsanar una falencia histórica de los pulps. Y es que debido a la época y a el enfoque de entretener a hombres en general, era, por decirlo menos, inusual encontrar escritoras entre sus filas de autores. De hecho, desde la época dorada de este formato solo alcanzó popularidad Catherine Lucille Moore, que solía publicar como C.L. Moore, en un esfuerzo de no ser discriminada por el género y que de todas formas suele ser opacada por su marido Henry Kuttner, también escritor.
La colección Vintage Pulp intenta revertir esta carencia anunciando que empezarán a incluir escritoras entre sus filas y acompañan este anuncio con su décimo título, El asesino del Trauco, una novela de ciencia ficción policial que toma elementos culturales del sur de Chile (de mi propia autoría). Si bien esta adquisición corresponde solo a un décimo de la colección, lo cual no solo es una proporción menor, sino que actualmente se presenta como un caso aislado, abre la puerta a una nueva etapa para este formato de libros resucitados, que parecen tener la intención de adaptarse a los nuevos tiempos y no perderse como una anécdota del pasado.
E.V.K. – Equipo Cronn
