Esta es una entrevista a Marcelo Arnold-Cathalifaud por nuestro director Cristóbal Villegas De la Cuadra.
Presentación.
Soy Marcelo Arnold-Cathalifaud, profesor de la Universidad de Chile. Trabajo en el Departamento de antropología. Mi especialidad es Teoría Social; eso es lo que enseño en pregrado y postgrado.
¿En qué contexto surge este texto, por qué lo escribió?
Este trabajo fue elaborado a fines del año 1974, es decir casi medio siglo atrás. Es cosa de ver lo que ha recorrido el tiempo, en ese momento creo que tenía como 20 años. Y fue publicado dos años después, y trata del tema que son relaciones entre la literatura y la antropología, en el caso de la ciencia ficción, en una revista que, a lo mejor tiene una cierta equivalencia con la comunidad a la cual ustedes pertenecen, los interesados en la literatura de ciencia ficción, porque era una comunidad de antropólogos jóvenes, así que la revista se llamaba Antropología joven. Tuvo tres números, este es el primero. Los y las estudiantes, en ese momento, con el auspicio de ciertos profesores publicábamos nuestros trabajos… Eran trabajos de curso, de pregrado.
Ahora, específicamente, este ensayo fue hecho para un seminario especializado que lo dirigía Carlos Munizaga, que para los que no saben, fue el fundador de la antropología social chilena. Este antropólogo, que tenía una visión en 360° del mundo de la cultura, tenía un interés muy desarrollado por el arte en general, y la literatura en particular. Realizaba un curso que se llamaba, justamente, Antropología y Literatura. En ese contexto está escrito este ensayo. Ahora, le gustó el trabajo al profesor Munizaga; le interesó. Él no era un lector de ciencia ficción; sí la conocía, pero no era lector, no era propiamente su tema, pero le gustó y eso lo llevó a hacerle unas pequeñas correcciones a este ensayo, y de su mano fue publicado nuevamente el año 78, es decir, cuatro años después, en una revista más oficial de la Universidad de Chile, que era una revista de la Vicerrectoría de Extensión y Comunicaciones. Ahora, debo decir que esa publicación fue la primera vez, en mi vida, que vi mi nombre como autor de algo. Así que se inició una saga a partir de eso. Ese es el origen, un trabajo estudiantil.
En ese sentido ¿Por qué ciencia ficción en un trabajo académico?
Eso me lo pregunté en ese momento y me lo he preguntado ahora, en estos días. Mi respuesta es bien sencilla. Fundamentalmente, yo creo que porque en ese momento de mi vida, que siempre he leído mucho, como todo antropólogo (gente que se dedica a las ciencias sociales), quedé muy entusiasmado con la obra de un autor de ciencia ficción, que es Ray Bradbury, sobre todo por dos obras de él: esa colección de cuentos que la he leído una y mil veces, Crónicas Marcianas y Fahrenheit 451, que también había una película en aquellos años, dirigida por un famoso cineasta francés François Truffaut, que dirigía varías películas de culto. Y había reinterpretado en el cine Fahrenheit 451. Entonces yo estaba muy impresionado por eso. Y como Ray Bradbury es un autor que usa de telón de fondo situaciones extraterrestres para desarrollar temas muy existenciales y sociales, me pareció que venía exactamente al caso este tema.
Como anécdota, las personas que han leído alguna vez Crónicas Marcianas, se habrán dado cuenta de que las crónicas empiezan un año antes del año 2000, un año antes del milenio, y la última crónica es del 2026, con lo cual debemos decir que Ray Bradbury no era un autor de mucho pronóstico de colonización en Marte. Ahora, también había leído (yo creo que eso me acercó más a hacer el ensayo en antropología) una novela de una hija de unos famosos antropólogos, que eran los Kroeber, antropólogos culturales norteamericanos, y leí un libro maravilloso que se llama La mano izquierda de la oscuridad (Úrsula K. Le Guin). El tema de ella, también me llamó mucho la atención, era algo diferente al tema de Bradbury, me llamó la atención por el hecho de que, en su historia, un rasgo de la naturaleza humana que es el sexo y el género, en ese momento era toda una aventura, una adelantada, estamos hablando de hace 50 años, rebajarlo de tal manera que hipertrofiarlo totalmente, hacerlo desaparecer del escenario social. Y, a mí me pareció que, aparte de que era maravilloso; era un ejercicio social, un ejercicio imaginativo de una forma de configuración de sociedad, en la cual las diferencias de sexo, como se decía en ese momento (hoy en día diríamos de género), no estaban presentes. Entonces, con esos dos armazones, yo dije «aquí me animo a hacer este tema», y se lo propuse al profesor Munizaga. En ese seminario hacían ensayos de diferentes materias, de vaqueros, costumbristas, sociales. Aquí también, yo creo que, agilizó la pluma una famosa antropóloga, que es Sonia Montecino, ella también participaba con sus escritos. Pero el motivo de la ciencia ficción fue Bradbury y Le Guin.
A mí me pasó cuando leí ciencia ficción, y me pareció que tenía una temática muy antropológica.
Exactamente, porque la ciencia ficción, como parte de la literatura, te crea escenarios sociales que son experimentos mentales, porque liberados del tema de tener que desarrollar investigación empírica, etnografía, hacer verificaciones y confirmar datos; la literatura permite imaginar sin tener que estar encargado de ese problema. Por lo tanto, los experimentos que logra hacer, las visualizaciones de la sociedad, resultan ser mucho más atractivas, y abren una mayor cantidad de posibilidades. Por ejemplo, un mundo en donde no hay diferencias de sexo o las diferencias de género, eso uno no lo puede estudiar empíricamente, por lo menos en el tiempo en que desarrollaba Úrsula K. Le Guin su trabajo, pero si lo puede imaginar. Y en ese sentido, es un estudio propiamente antropológico. Imaginativo, pero antropológico.
¿Y en ese momento, cuál era la importancia de la ciencia ficción en el mundo académico?
Mira, mi experiencia, por lo que yo he vivido y lo que viví en esa época, es que la ciencia ficción no era un tema muy predilecto. Era un tema que era como una marca de exclusividad, como que era un poquito de culto, como que quien leía ciencia ficción y conocía autores de ciencia ficción era una persona que tenía un halo de cierto prestigio. Era gente muy inteligente o muy pensativa o muy observadora. Con la ciencia ficción, era poco conocimiento, pero daban como un aire de prestigio, como que no cualquiera lee eso, lo cual no me extraña que sea de esa manera, porque la ciencia ficción es, para quienes no se dedican a la literatura, un tipo de literatura difícil. ¿Por qué digo que es una literatura difícil? Porque es una literatura que te plantea escenarios que en gran medida son desconocidos o impredecibles. No es fantasía totalmente, no es una fantasía al cien por ciento, sino que hay un escenario distinto, en el cual los seres humanos viven su vida. Y eso te implica un esfuerzo intelectual, la imaginación de escenarios que no existen y, por otro lado, colocar la vida humana dentro de esos escenarios.
Si tú te fijas, por lo menos en mi impresión, en las relaciones que yo establezco, esa vinculación no la encontramos en otra literatura, no encontramos ese quiebre, ese pliegue, y eso es exigente. Moverse en escenarios distintos te va a plantear nombres distintos, situaciones distintas, efectos distintos, variables distintas, entonces te va a obligar a aprender un lenguaje. Por lo tanto, es un tema complicado, mucha gente no tiene paciencia con la ciencia ficción, no solamente con la ciencia ficción dura, que tiene mucho tema tecnológico-científico, sino que no tiene paciencia de aprender ciertos códigos para leerse cada libro en particular. Entonces, no me extraña que no sea un estilo literario muy popular. Y tampoco me extraña que, siendo un estilo literario no popular, genere, por esa misma condición, comunidades de lectores con mucha más facilidad que otro tipo de estilos literarios. Como quien dice, los entendidos se entienden entre ellos, los iniciados se entienden entre ellos y se cierran en estos círculos, como por ejemplo la comunidad que ustedes han hecho, y tú sabes que la ciencia ficción tiene comunidades en todo el mundo sobre esta materia. Pero, encuentro que es una literatura absolutamente popular y extendida y cuantitativamente importante, es decir, clubes sobre literatura romántica, hasta el momento no conozco. Debe de haber, sin duda. Hoy día hay de todo en este universo tan grande en que vivimos, pero es mucho más escaso. Hay cierto aire de exclusividad.
Y posteriormente, ¿cómo continuó su aventura en la ciencia ficción?
La parte negativa de mi historia es que una vez que terminé mis estudios de pregrado, me desentendí de la literatura de ciencia ficción; disminuí mucho mi lectura. Y pensé también en estos días, cuándo fue que la dejé. Fue porque aparecieron, estamos hablando de hace 40 años atrás, empezaron a aparecer muchas películas de ciencia ficción, películas muy buenas, tremendamente buenas, entonces yo que era adicto a la lectura, me transformé en un adicto a ver películas de ciencia ficción. Y las películas, por lo menos las que yo reconozco, eran muy buenas y mucho más antropológicas de lo que la literatura me entregaba, que en el fondo era imaginación del autor con la imaginación mía. Aquí, estos escenarios de ciencia ficción eran en tres dimensiones. Por ejemplo, a mí me impresionó mucho 2001: Odisea en el Espacio. Fíjate que la película se habrá estrenado en Estados Unidos y no sé en qué época en Chile, y como todos seguramente la han visto, es una película tremendamente silenciosa que, a través de signos, de señales, te va expandiendo un espacio en el cual está el ser humano en lo existencial, está la máquina sintiente, de cierta manera. Es una película maravillosa, sin contar la música que la acompaña.
Y no se si tú o tus amigos deben haber estado vinculada a otra, que apareció en películas, pero después se transformó en una serie de televisión, que yo diría que allí es más sociológica incluso, que es la saga del Planeta de los simios, que es una crítica social, una crítica a la sociedad. Y mira, para mí, son fascinantes, Star Wars, las historias interplanetarias; Alien, que es otra película que marcó a toda una generación; Blade Runner, la coexistencia con los híbridos, son películas maravillosas. El tema genético con Jurassic Park, Gattaca, y las más modernas, Gravity, Interstellar, La llegada, que las he visto últimamente, es decir, en los últimos cinco años. Entonces, en esa medida cambié mi afición de la literatura al cine.
¿Alguna reflexión final para explicar la relación entre la ciencia ficción y la antropología hoy en día?
Para el caso de la antropología, no sé si diré algo muy nuevo, pero sí algo que es muy evidente para mí, que la ciencia ficción, y lo reitero, al colocarte en escenarios distintos, en situaciones inesperadas, te plantea, de cierta manera, un experimento mental frente a lo diferente y a lo otro. Y ese es un ejercicio que los antropólogos normalmente hacemos con las etnografías, sobre todo con las etnografías clásicas. Y esa experiencia mental es leyendo una narración. En ese sentido, es un ejercicio en la formación de una forma de permearte y ser sensible a la diferencia o a las posibles diferencias. Alguien, y seguramente más de alguien lo ha hecho en el mundo, podría hacer de este tipo de literatura, sobre todo en cuentos cortos, una materia que fundamentara una suerte de didáctica de la enseñanza de la antropología; utilizando, de cierta manera, nuestros recursos de observación, en este caso, para trasladarla a un género narrativo. Yo creo que eso sería muy didáctico.
Y lo otro (para las ciencias sociales particularmente), los escenarios sociales. Mi experiencia cuando la trama tiene algún carácter social (que es la mayoría de las veces, salvo cuando se concentra en puras máquinas), si tiene alguna trama social, en el fondo, lo que subyace a esa trama social, también es algo de pensamiento crítico, también es algo de pensamiento que te hace reflexionar, te coloca en cuestión algo de tus paradigmas. Por ejemplo, en esa película que se llamaba La llegada, donde hay una lingüista, te hace imaginar unas formas de comunicación y te abre el «mate», para pensar en formas comunicativas distintas y alternativas, independientemente de los extraterrestres. Y en ese sentido, yo diría que tiene un trasfondo más allá de pasar el rato, entretenernos, distraernos y sacarnos de nuestras cosas habituales.
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