Héctor Olmedo Gutiérrez
(Valparaíso 1978)
Mi primer acercamiento a la fantasía y la ciencia ficción, debo confesar, comenzó por allá en mi niñez temprana con dibujos animados en su mayoría influenciados por el manga japonés, en la televisión abierta. Si hago un esfuerzo puedo recordar a Mazinger Z durante 1982 en mi natal Valparaíso, luego vendrían Los Supersónicos, Capitán Futuro, He-Man, Los Thundercats, Voltrón, cuando ya me había trasladado a vivir a Antofagasta. Éstos me acompañarían en mis años por Mejillones y Tocopilla también. Los Halcones Galácticos y, por supuesto, cómo olvidar a Robotech y sus tres generaciones o a aquella serie francesa Espartaco y el sol bajo el mar. El cine también marcó mi infancia, con películas cómo E.T., la primera trilogía de Star Wars, Terminator, Blade Runner, Dune, La historia sin fin y Volver al futuro. Mención especial también para la primera vez que vi en tardes de cine las dos primeras películas de El planeta de los Simios. Fue precisamente en mis años de Tocopilla, cuando había cumplido once, que comencé a leer una colección de Obras Completas de Julio Verne en varios títulos de una colección de editorial Antártica de 1987, que vendían en una librería cerca de mi casa. Como no había mucho dinero, si sacaba buenas notas y me portaba bien, mi madre me regalaría uno mensual. Viaje al Centro de la Tierra, 20.000 leguas de viaje submarino y De la Tierra a la Luna me “volaron la cabeza”, sobre todo cuando supe que habían sido escritos más de cien años antes.
A los catorce me trasladé a vivir al Linares, entonces comencé a leer algo de Asimov, Ray Bradbury y H.G. Wells, pero en mis años de enseñanza media me marcaron más profundamente autores cómo el catalán Jordi Sierra I Fabra y su ciclo de las Tierras, donde indagaba en la relación entre seres humanos y robots, haciendo de éstos últimos a los verdaderos protagonistas, Shakanjoisha. Por otro lado, la sueca María Gripe y Los escarabajos vuelan al atardecer, o Agnes Cecilia, donde el misterio y lo sobrenatural emergían en lo cotidiano modificándolo todo. Mención especial a C.S. Lewis y sus Crónicas de Narnia, descubierto para mí también en esos años.
Cuando llegó la época de la universidad y llegué a vivir a Santiago, para estudiar medicina, entre libros de ciencias básicas y patologías descubrí precozmente a J.R.R. Tolkien y El Señor de los Anillos, un autor que me encantó por completo. Tardíamente ya conocí de autores nacionales que habían creado magníficas obras, como Elena Aldunate y Hugo Correa.
La fantasía y la ciencia ficción me acompañaron y encantaron, desde mi temprana infancia, por lo que cuando decidí escribir mi primer cuento lo que brotó invariablemente fue fantástico. Durante mi adolescencia escribí poesía y algunos cuentos cortos, pero fue recién en 2016, ya casado, con mis dos hijos y trabajando en Urgencias, que cumplí uno de mis sueños al publicar mi primera novela. Fue así como nació, junto a la naciente Editorial Santa Inés, Javo Rivera y Los Tres de la Orden, una obra de fantasía orientada a público infanto-juvenil inspirada inicialmente en mi hijo mayor y ambientada en el archipiélago de Chiloé. En 2017, publiqué la segunda entrega de esta saga, titulada Javo Rivera y Los Brujos de Chiloé. Para fines de este año espero completar la tercera entrega de las aventuras de éste singular niño chilote frente a los misterios y la magia de nuestro sur profundo.
Es un orgullo para mí participar en ALCIFF y poder conocer más de los trabajos de tan connotados y talentosos escritores de nuestro Chile actual.