En el año 2014, Austrobórea Editores sacó a la luz pública una serie de libros que corresponderían al género Ciencia Ficción, sin embargo, dado la inestabilidad de la definición, la editorial ha tomado un camino innovador al designar a sus libros bajo el concepto de temáticas de borde, es decir, que no corresponden al mainstream clásico literario del realismo, cercano a la literatura de Hernán Rivera Letelier, Poli Délano o Marcelo Simonetti.
Este acto, ahora con algunos autores que no pertenecen a la editorial, tuvo gran significancia en su tiempo, ya que inició un proceso de masificación de la ciencia ficción chilena. Las vueltas de la vida han dado muchos matices y cambios, pero lo que se pretende con este artículo es rescatar ese buen momento de la literatura de ciencia ficción chilena, cuando tres libros surgieron de una sola pincelada.
Fueron tres obras las que salieron de la camada ese 2014: Los sueños de GN-I, de Michel Deb; Tarsis, de Armando Rosselot y Carmona Inc.: Alien Vs Chileans, de Carlos Páez.
Las tres obras podrían clasificarse dentro de la categoría de Ciencia Ficción, sin embargo, cada una presenta una intencionalidad diferente. A una la gestó un toque inspiracional. La otra es una muestra de lo que las lecturas juveniles germinaron en el autor. Y la última es un fanzine en torno a una gran película.
Si bien las tres corresponden a la primera camada de “ciencia ficción” de Austrobórea, los autores comprenden grupos etáreos heterogéneos. Mientras que Carlos Páez y Michel Deb bordean los 30-35 años, Armando Rosselot pertenece a la generación de los 40 años y eso tiene cierta significancia a la hora de evaluar la obra de este autor, pues ésta se divide en dos partes, una escrita a inicios de la década de 1990 y la segunda parte escrita 20 años después aproximadamente. Tarsis es una obra que se caracteriza por una gran profundidad de los personajes. El desarrollo sicológico de los personajes, las posturas filosóficas y la manera poética en que son expresados los acontecimientos demuestran la gran destreza de las letras de quien también es autor de Te llamaras Konalef, un libro inscrito en los inicios del boom de la literatura fantástica chilena a mediados de la primera década del Nuevo Milenio. Y no ha de sorprender esta conexión entre Rosselot y la literatura fantástica, pues además es uno de los participantes y gestores de Poliedro, la serie de compilaciones narrativas de literatura fantástica nacional. Es por ello que su trabajo se ha volcado casi íntegramente a la escritura, una necesidad vocacional que no había podido permitírsele satisfacer hasta hace muy pocos meses. La historia de los protagonistas de Tarsis continúa en un nuevo libro llamado Entidad, publicado el año 2015, y en el año 2016 con la publicación de El Orden, lo cual ha mantenido a Rosselot en varias actividades literarias.
Tarsis consiste en la historia de un niño y un adulto, abordadas por separado en cada una de las partes del libro. En ambas se exploran las emociones de ambos mientras descubren sus verdaderas identidades y razones de sus existencias. Las implicancias de sus identidades conllevan a su vez al destino de una vida superior en el Universo.
En el otro grupo etáreo, las obras se caracterizan por su juventud. Mientras que en Los sueños de GN-I se compone de una serie de cuentos futuristas y ecologistas, Carmona INC es una dedicatoria a la destrucción, las explosiones y la acción continua. En el caso de la obra de Michel Deb, existe un formalismo y pulcritud en el uso de las palabras. Exponiendo una muy buena construcción de ambientes, así como una clara narrativa, se reluce que Deb es una gran promesa en la literatura de Ciencia Ficción chilena, la que se encuentra habitada por muy pocos exponentes, tales como Mario Bustos Ponce, el grandioso Marcos Fabián Cortez, Rodrigo Juri y Roberto Sanhueza.
Se infiere que la obra de Michel Deb es extraordinaria, destacando el cuento “Mariposas eléctricas”. Con un tono algo melancólico, los relatos en torno a androides van generando ambiente y emociones propias de quienes buscan determinar “lo humano” y elegir verlo como una virtud o como un atenuante. Es un avance gentil entre la naturaleza humana hacia una naturaleza artificial, por más contradictorio que suene.
De gentil no hay nada en Carmona Inc. Al contrario, es una embestida de disparos y granadas. La frase “Mata. Vive. Comparte con la familia” es una de las joyas de este libro. Y no hay que alarmarse. Carlos Páez escribió esta obra para el deleite de sí mismo, haciendo explotar una bomba de coprolalias en el escritorio de los formalismos. Los improperios, garabatos y chuchás, a pesar de quitarle el internacionalismo a la obra, le entregan una chilenidad que le da un relajo al lector. Como lo ha dicho varias veces el autor, la obra busca ser divertida, que el lector la pase bien disfrutando las trampas que construyen los Carmona, mercenarios exterminadores de alienígenas. Y es por esto que Carmona Inc debe leerse como un fanzine más que una obra dura. Basta leer bajo el título “Aliens vs Chileans” para entender el tono paródico. Desde el punto de vista literario, la obra posee a los típicos personajes de las películas de acción noventeras y las artimañas que ocupan, así como las estrategramas, que rayan en el deus ex machina, hacen recordar a las aventuras del James Bond chileno, Julio Téllez, en la obra de Alberto Edwards, de 1920.
A pesar de que el destino ha separado a Michel Deb de Austroborea Editores, la triada con que se abrió esta editorial ha permitido la variedad de la temática dentro de la Editorial, que ya venía marcada por el terror a través de la antología Chile del Terror, y de las obras de Pablo Espinoza Bardi, Necrospectiva. En palabras de Aldo Astete, lo bueno es que Tarsis y Carmona Inc., tienen una continuidad en una serie de libros, de los cuales ya se han publicado en el año 2015 Entidad, de Rosselot, y Megavalpo, de Páez.
La apertura hacia la ciencia ficción en una grata noticia que ha iniciado desde el 2014 por medio de la triada también de Ciencia Ficción de Editorial Puerto de Escape a través de sus obras Los vástagos de la Mente, de Mario Bustos Ponce; El dominio caído, de Cristián Tejada; y Aunque tal vez solo seamos los dioses de las hormigas, de Jorge Alberto Galleguillos.
En estos dos últimos años, a pesar del estímulo del cine por medio de Gravedad, Interestelar o El Marciano, no ha existido una respuesta de parte de los escritores, como lo hubo con Crepúsculo, Harry Potter y El Señor de los Anillos. La ciencia ficción, como lo ha sido durante el último lustro, tiene sus pulsaciones propias.
De las tres obras, es necesario destacar que los autores buscan mantenerse en la línea de la ciencia ficción, y mejor aún, cuentan con estos tres muy buenos libros, potenciados enormemente por José Canales, quien con sus ilustraciones en las portadas le dan un giro a las clásicas portadas poligonales de las obras de ciencia ficción de las décadas anteriores como es el caso de las obras de Hugo Correa, Carlos Raúl Sepúlveda o Claudio Jaque, exceptuando al multifacético y autodidacta Teobaldo Mercado, quizás el autor que más constante ha sido en el género.
José Hernández Ibarra (1985) es profesor de historia y geografía, asesor histórico, investigador de la literatura fantástica chilena y articulista para LDP Magazine y ALCiFF. Fundó y administró el sitio Fantástica Chile y Fantástica sin Fronteras. Actualmente trabaja en la edición de su investigación sobre el género fantástico en Chile.