Cajón Desastre: El buen doctor Isaac Asimov

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Uno de los grandes escritores de ciencia ficción de todos los tiempos es Isaac Asimov. Si se comienza a revisar su vasta carrera, se constata que no sólo es un escritor de ciencia ficción, sino que se pasea como un erudito en variados temas, escribiendo desde cuentos, novelas, historia, física, química, teología, etcétera. Su cantidad de libros es impresionante, por lo cual, sólo por ese hecho, es un escritor interesante. Sin embargo, no es la cantidad lo que vale, sino que la calidad… y es que Asimov es uno de los grandes de la ciencia ficción por la maestría de sus cuentos y novelas, más que por el número de sus títulos; no por nada ha ganado los más prestigiosos premios de la ciencia ficción en variadas ocasiones: Locus, Nébula y Hugo. En efecto, clásicos de ciencia ficción han sido escritos por él: como por ejemplo, Yo, Robot; Fundación; o El Fin de la Eternidad, por lo que si bien tiene un vasto repertorio, lo más destacable es su estilo literario cautivador y ameno. Dada la vastedad de su obra, nos limitaremos a efectuar un pequeño análisis de su obra narrativa.

Adelantemos sin embargo, que es un autor totalmente recomendable para aquellos que quieren empezar a leer ciencia ficción, y lectura obligatoria para aquellos que quieren conocer a fondo el género. Si alguien no sabe quién es Isaac Asimov, que no se deje llevar por las películas basadas en sus obras, como El Hombre Bicentenario o Yo, Robot; estas películas comparten con la obra de Asimov solo el nombre, pues son adaptaciones libres y sin los sustentos lógicos y deductivos propios de la narrativa de este autor. De hecho, normalmente estas películas son desdeñadas por quienes han leído los libros (entre los que me incluyo)…

…pero no es culpa de las películas, pues la obra de Asimov es demasiado compleja para adaptarla al cine. Ello porque Asimov ocupa elementos de la lógica, tautologías y falacias para sostener sus historias, todas las cuales, normalmente ocurren en Universidades, y con protagonistas que son, normalmente, científicos y sabios. Eso no es atractivo para el cine masivo, en donde la acción, naves espaciales, soldados y militares son la tónica.

Ante la vastedad de la obra de Asimov, me gusta dividir su obra en dos grandes períodos: su obra en los años 1950s, por un lado, y las posteriores a 1980 por otro. La diferenciación estriba en que Asimov dedicó prácticamente toda las décadas de los 1960s y 1970s a escribir otras temáticas distintas a la ciencia ficción; sin perjuicio de una que otra obra destacable en dicho período.
La década del ’50 tiene obras cortas, pero precisas y certeras, que le dieron su fama, y un lugar dentro de la era de oro de la ciencia ficción. Entre sus títulos destacables, se encuentran Bóvedas de Acero (1953), El Sol Desnudo (1957), El Fin de la Eternidad (1955), y Yo, Robot (1950). Las primeras con un tono policial, la tercera, jugando con las paradojas temporales, y el último título, una colección de relatos cortos que giran en torno a los dilemas lógicos que crea la aplicación de las Tres Leyes de la Robótica, escritas por el mismo Asimov.

Dentro de este período, tiene una mención aparte su novela Fundación (1951). Estrictamente no es una novela, sino que una serie de relatos cortos que cuentan una historia común: la destrucción de un gran imperio galáctico y la reconstrucción de un segundo imperio. Como dijimos, no hay nada destacable desde el punto de vista cinematográfico, pues batallas épicas entre naves espaciales, exploraciones fantásticas al espacio y cosas por el estilo, pasan a segundo plano. La virtud de Fundación es el desarrollo de las mentes de los personajes, sus habilidades para manejar la política, la técnica y la lógica, y los saltos deductivos para llegar a soluciones ante problemas que en un principio parecían irresolubles. Dada esta complejidad, ojalá no sea llevada al cine, pues lo más probable es que sólo se logre un producto mediocre. Fundación tiene dos continuaciones Fundación e Imperio (1952) y Segunda Fundación (1962). Estas tres novelas se entrelazan en perfecta sincronía, de manera tal que en 1966 se les otorgó el premio Hugo (uno de los más relevantes del género) por ser la mejor serie de novelas de ciencia ficción escrita hasta esa fecha. Una novela destacable, antes de entrar a la década de los 1980s, es Los Propios Dioses (1972), pues da una visión muy original de especies vivientes de otra dimensión, jugando magistralmente con la segunda ley de la termodinámica. Por ello, esta novela ganó los mayores galardones del género: el Nébula (1972), el Hugo (1973) y el Locus (1973). Como advertencia a quienes quieren leer esta novela, hay que decir que en mi opinión las dos primeras partes de la misma son extraordinarias, pero la tercera, bastante inferior e incluso decepcionante. En fin, un error perdonable del buen doctor.

Pasemos al segundo ciclo de Asimov; la década de los 1980s. Como todo autor, hay obras mejores que otras, y éste no es la excepción. Personalmente la década de los 1950s fue la mejor, y sus mayores obras están allí; por lo que este segundo período, si bien nos encontramos con un escritor más maduro, es también menos innovador. En primer lugar, tenemos un hecho decisivo: en el prólogo de Fundación y Tierra, el mismo Asimov dice que continuó la Saga de la Fundación por las presiones de editoriales y de los fans. Para mí, que un escritor escriba por presiones y no por inspiraciones, hace que la calidad del trabajo sea menor (no malo ni mediocre, solo menor) a cuando es espontáneo; y lamentablemente Asimov no fue la excepción a esta regla. Obras destacables de este período son Los Límites de la Fundación (1983), Fundación y Tierra (1987), Los robots del amanecer (1983) y Robots e Imperio (1985). Vemos novelas mucho más largas que antes, las cuales muchas veces se tornan excesivamente largas, o no aportan mucho a la historia (tal vez por presiones de abultar y abultar páginas). En todo caso, esto ocurre porque se las compara con las obras de los 1950s y no logran estar a la altura, pero por sí solas, son buenos libros de ciencia ficción. Y, como dijimos, esta etapa no es innovadora, sino continuadora. En efecto, Asimov en esta etapa trata de completar y conectar sus sagas de Los Robots con Fundación, y su éxito fue relativo. A mi juicio, su mejor novela de la década es Los Robots del Amanecer, injustamente eclipsada por Los Límites de la Fundación, pues esta última ganó los premios Hugo y Locus (ambos en 1983). 
Para ir terminando, enumeremos las virtudes de Asimov, sin duda, muchas. Su capacidad de contarnos cosas abstractas y complejas de una manera sencilla y amena. Su estilo detectivesco y racional. Su impresionante universo tanto espacial como temporal. Y, sobre todo, su capacidad de sumergirnos en historias que tienen un trasfondo racional-deductivo, cuyo escenario fantástico sólo sirve de pretexto. En tanto que sus carencias, bastantes también, son si quienes buscan acción y aventuras, este no es su autor, pues no hay grandes batallas cósmicas ni nada por el estilo; una carencia de personajes femeninos relevantes (con excepción de Susan Calvin en la saga de Los Robots), o de temáticas para introducirlas a su narrativa, pues, cuando existen con papeles relevantes (cosa extraña) son muy esquemáticas. Y por último, carencia (salvo contadas excepciones) de especies extraterrestres en el universo ficcional (aunque en diversas ocasiones se han dado argumentos para tomar esto como virtud y no como defecto, muchos seguidores del género lo son, justamente por la existencia de inteligencias no humanas).
Como conclusión, con defectos y virtudes, es menester decir que Asimov es imprescindible para todo «aspirante a semi culto» dejando una gran enseñanza: a pesar de los siglos, las tecnologías, las armas galácticas, etc., el poder de la mente humana es la fuerza más grande del universo.

Mario Bustos Ponce, 2019.

Mario Bustos Ponce es abogado de profesión, pero también ha desarrollado una veta literaria, incursionando de lleno en la literatura de ciencia ficción. Permanentemente es invitado a eventos literarios en donde participa la Editorial Puerto de Escape, como también a otras instancias de literatura fantástica, tales como el Primer Encuentro Internacional de Literatura Fantástica y de Ciencia Ficción, el año 2017. El año 2018 publicó, nuevamente con la Editorial Puerto de Escape, su segunda novela de ciencia ficción, Tras los límites del Cosmos, la que mezcla elementos clásicos de la ciencia ficción más dura (como lo es el contacto con seres superiores), con otros de orden psicológico, teológico y fantástico. Actualmente cuenta con un blog personal, en donde publica cuentos, críticas y novedades literarias.

4 comentarios sobre “Cajón Desastre: El buen doctor Isaac Asimov

  1. Por supuesto, es privilegio de cada cuál admirar a tal o cuál escritor. Y tampoco podemos negar que la penetración sin contrapeso que tuvo Asimov en el mercado hispanoparlante entre los 60' hasta los 80' (penetración de la que no disfrutó Heinlein o Clarke, por ejemplo, y que en el mundo angloparlante son considerados tan o más fundamentales que Asimov) hizo que muchos de nosotros aprendiéramos de la Ciencia Ficción desde su experiencia y su obra. No voy a negar que soy un lector y un escritor de CF en gran medida gracias a él. Pero ya somos más viejos, y el mundo ha envejecido con nosotros. Tal despliegue de alabanzas, sin mayor atisbo de crítica, al Buen Doctor, me parecen poco coherentes con los tiempos que estamos viviendo. Tiempos de iconoclastia. Hoy no podemos dejar de señalar que la narrativa de Asimov es deficiente en temrinos técnicos (le importe eso o no al lector de turno). Asimov es contemporáneo a Hemingway, a Steinback, a Joyce, y no, no se nota. Y no me digan que la CF es un género menor donde no interesa aspirar a la excelencia literaria. Interesa e importa. Asimov no sabe de desarrollo de perosnajes (recién en El Hombre del Bicentenario vemos un intento de mejorar en ese sentido), ni de construcción argumental, ni de tonos, ni de ritmo. Si, si sabe de construcción de mundos, y es un maestro en ello, no lo voy a negar. Y tampoco podemos, hoy día, a solo meses de que la comunidad internacional de ciencia ficción ha decidido dejar de defender lo indefendible respecto de figuras como John Campbell o James Tiptree, hacer vista gorda de las deficiencias de caracter y conducta que sabemos que tenía Isaac Asimov. No, no se trata de negar todo lo bueno que hizo Asimov por el género, y en general, sus buenas intenciones, pero debemos sincerar su realidad, desmitificar. Ya no se pueden seguir escondiendo bajo la alfombra algunas verdades.

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  2. Estimado Rodrigo, muchas gracias por vuestro comentario.Sin duda el buen doctor, Isaac Asimov, tiene variadas deficiencias en su prosa (algunas de las cuales también presenté sucintamente en mi columna), razón por la cual no puedo sino concordar íntegramente con su acotación. Empero, hasta ahora, no conozco a ningún autor que haya alcanzado la absoluta perfección; si usted conoce alguno, debiera compartir vuestro conocimiento con los demás a fin de que podamos enriquecer nuestro acervo cultural.Ahora bien, tengo algunas precisiones que a continuación paso a expresar.En primer lugar, debo señalar que mi columna apunta más bien a un reconocimiento a un autor que, al menos para mí, fue la puerta de entrada a la ciencia ficción. Sin duda su prosa ha seducido a muchos otros y por ello (le guste o no), muchos sostienen que es el autor de ciencia ficción más influyente del siglo XX. Con todo, ello no obsta a que podamos concordar en que lo anterior puede deberse a su amplia divulgación más que a su calidad literaria (tesis que tiendo a rechazar pero no ex ante). En ese orden de ideas, la finalidad de mi columna es modesta, esto es, dar una mirada general de los motivos por los cuales (en mi opinión) este autor merece ser leído; cada persona, una vez efectuada la lectura, podrá sacar sus propias conclusiones.En segundo lugar, su comentario pareciere tender a censurar opiniones que no sean concordantes con vuestros estrictos estándares subjetivos (consideraciones personales), al sostener que \»Tal despliegue de alabanzas, sin mayor atisbo de crítica, al Buen Doctor, me parecen poco coherentes con los tiempos que estamos viviendo.\». En relación a ello, la falta de coherencia parece estar, por el contrario, en reprochar el hecho de resaltar aspectos positivos de un autor por sobre sus aspectos negativos, cuando no se está en frente de un trabajo que no tiene aspiraciones académicas, ni tampoco se presenta como un estudio crítico y exhaustivo de un escritor; una mera apreciación de la misma da cuenta de que sus finalidades son diversas a las que usted le pretende adjudicar. En efecto, dichas censuras son justamente aquellas que deben de ignorarse, especialmente en estos sensibles días en que se debe propiciar el diálogo y el buen debate en un contexto democrático. Esto en caso alguno implica evitar la válida discrepancia y la pertinente réplica, pero ello debe ser con argumentos más sólidos que los presentados y no únicamente en diferencias en relación a la forma en que se presenta a un escritor de la talla de Asimov. En efecto, más que válida crítica su comentario parece reprochar que mi columna no hace un estudio holístico del autor en tan breves líneas, lo cual excede de los propósitos de la misma; en caso de que usted quiera efectuar un catálogo más completo, es libre de hacerlo, pero no tratando de imponer su punto de vista a terceros. Al menos para mí, Asimov (en cuanto escritor) hizo mucho por el género y, en ese contexto, prefiero ensalzar sus logros más que destacar sus defectos por lo que, si alguien quiere hacer el ejercicio contrario, será bienvenido y ello podría contribuir de mejor manera a un ejercicio dialéctico eficaz.

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  3. Por lo demás, en un contexto estrictamente literario, en donde solo pretendo dar una opinión desde dicho nicho, no me parece propicio realizar un juicio de valor en relación a la \»conducta\» y \»deficiencias de carácter\» de un autor como usted pretende, pues (en mi opinión) esta no es la instancia para efectuar valoraciones de índole personal como tampoco de contrastar personalidades de personas (especialmente se debe ser cuidadoso con personas que han fallecido y que, por tanto, carecen de todo derecho a réplica). Además, carezco de pruebas y antecedentes para difundir juicios de valor en medios públicos en relación a una persona, aunque, insisto, esta creo que no es la sede; si usted cree que es pertinente efectuar dicho juicio en dicho escenario y en este contexto, es libre de hacerlo, pero yo, por lo pronto (y pensando en particular desde el punto de vista de la justicia distributiva) no lo haré.Dispénseme si todo lo anterior le causa extrañeza, por cuanto parece que usted puede no ser muy dado a contrastar vuestros puntos de vista con otras personas, bajo las reglas de un contradictorio, en atención a su afirmación \»Hoy no podemos dejar de señalar que la narrativa de Asimov es deficiente en temrinos técnicos (le importe eso o no al lector de turno).\», la cual parece dar cuenta de no aceptar diferencias a sus opiniones.Por último, es menester mencionar que usted acusa al autor objeto de mi columna de carecer de elementos tendientes a concretar la excelencia académica del género y escriba \»temrinos\» en vez de \»términos\» y caer en algunas fallas de puntuación (escribir \»caracter\» en vez de \»carácter\»), lo cual me parece, al menos curioso. Es tarea de todos esforzarnos en escribir adecuadamente, en especial si se escribe para el público.Saludos atentos, en este 03 de enero, día después del centenario del nacimiento del Buen Doctor y el día (no oficial) de la ciencia ficción, celebrado así por muchos que, a su juicio, estamos equivocados y que, según su parecer, admiramos a un autor deficitario. !Qué equivocados estamos todos!

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