Una lista personal

Una lista personal: Las mejores obras de la ciencia ficción (y afines) chilena

Como parte de mis obsesiones, registro mis lecturas y las evalúo. Los gustos son, obviamente, personales, y decir cuáles son los mejores libros no le servirá a nadie más que a mí.

Pero voy a hacer la lista igual.

Revisé todo lo que he leído de ciencia ficción (y afines) chilena y voy a destacar lo mejor de lo mejor, que equivale a lo que recomendaría sí o sí leer. No incluyo, por un tema de purismo innecesario, a las novelas gráficas o revistas.

Vamos.

Antes de 1940

Época de inicios y de textos fugaces. No hay mucho que realmente me motive, pero destaco algunos clásicos que no se pueden olvidar.

Primero, los libros hermanos (sin serlo) La ciudad de los Césares, de Manuel Rojas, y Pacha Pulai, de Hugo Silva. Aventuras, fantasía y las semillas del futuro.

También hay que leer Mac, el microbio desconocido, de Hernán del Solar. ¿Es ciencia ficción/fantasía? Yo creo que sí.

1950 – 1969

Algunos dicen «la edad de oro». Yo creo que hay varios libros buenos dentro de una explosión de cosas no tan doradas.

Aparece Hugo Correa con Los altísimos y concuerdo que es un muy buen y recomendable libro, pero creo que su mejor obra es Alguien mora en el viento, que además ha envejecido mejor.

Elena Aldunate y Juana y la Cibernética debe ser lectura de todo aficionado, mientras que El ángel torpe, de Raimundo Chaigneau, es una joya olvidada por muchos, siendo una de las mejores colecciones de cuentos que he leído.

Otro que gana su espacio es Armando Menedin con su La crucifixión de los magos; una obra de arte. Junto a él, y quizás en un extremo literario diferente, está Ilda Cádiz Ávila con La tierra dormida, cuentos con una mirada intensa.

Cierro el segmento con Marcela Paz y Papelucho y el marciano. Es ciencia ficción y debe ser la obra chilena de género más leída de Chile.

1970 – 1999

La edad oscura. Varias obras acá nombradas son fieles reflejos de su tiempo.

Claudio Jaque nos entrega El ruido del tiempo, áspero y difícil, pero necesario, y sus cuentos de Puerta de escape. Ambas son obras notables.

El libro de cuentos No morir, de Antoine Montagne, es para mí la mejor obra de este autor clásico chileno. Creo que era mejor cuentista que novelista.

Cierro el período destacando una voz que se repite. Elena Aldunate y Del cosmos las quieren vírgenes, narración llena de belleza y temores.

2000 – 2019

Un par de décadas con autores y obras diferentes y energizantes.

Parte con Ygdrasil, de Jorge Baradit, una novela no para todos, pero muy interesante. Seguimos con Identidad suspendida, de Sergio Amira, donde nos movemos por los imaginarios del autor en su siempre extensa y revuelta prosa.

Rescato una antología de autores nuevos: Alucinaciones.TXT: Literatura fantástica chilena para el siglo XXI, editada por Luis Saavedra Vargas. Si quiere conocer cómo veían el futuro los autores chilenos a inicios del siglo XXI, este es el libro.

Me gustan los libros de cuentos, y no hay biblioteca de género que se pueda considerar completa sin una copia de La mujer del café virtual, de Alicia Fenieux, La mirada: cuentos de lo imposible, de José Luis Flores, y Fricciones, de Gabriel Saldías Rossel. Los tres nos llevan con sus estilos a mundos llenos de color u oscuridad, según sea el caso.

Una breve novela de ciencia ficción clásica que destaco es Misión a Laozi, de Aparicio N. Frictenns, autor que solamente ha publicado ese libro y del cual no hay más información. Un seudónimo y un muy buen autor.

En otro extremo de los estilos aparece El tren marino, de Daniel Villalobos, que nos lleva por rincones oscuros y mágicos como nadie. En ese mismo sector, pero aún más cerca del miedo y lo inquietante, Patricio Alfonso nos regala un Circo de medianoche, lleno de momentos para olvidar/no olvidar.

Termino este segmento temporal con La tienda de regalos, de Andrés Olave, de los mejores libros de género que he leído. Es como P. K. Dick con chorrillanas porteñas.

2020…

Es estos pocos años han aparecido varios libros que merecen ser destacados.

Parto con Lentos animales interdimensionales, donde se reúne una fina selección de más de 30 años de trabajo literario de Luis Saavedra Vargas, prócer, gestor y gran autor de la ciencia ficción nacional.

Los cuentos que Diego Escobedo propone en Chile Mutante marcan el camino de uno de los autores contemporáneos más interesantes del género. Una tóxica delicia.

Cuando estábamos descansando, Pogo nos sorprende con Morfopunk: Historias cotidianas de un futuro inaceptable, un golpe duro al mentón de la realidad con un futuro que esperemos no sea.

Como un no planeado contrapunto, destaco el Dominio, de José Luis Flores, lleno de magia y oscuridad. No es ciencia ficción, pero algunas cositas se le cuelan a su fantástico mundo.

Cierro la lista con dos obras de ciencia ficción de corte más clásico (donde lo clásico para mi es la escuela norteamericana). Primero la novedad de historias entrelazadas de Ceres, escrita por José Miguel Martínez; y, finalmente, Mundos por venir, de Arturo Sierra, una voz que los fanáticos de lo posible imposible queremos seguir leyendo.

Así termina una lista que es discutible y hace agua por todos lados, pero que a mí me deja tranquilo. La ciencia ficción (y géneros afines desdibujados) chilena queda resguardada con estas lecturas.

Ahora voy por más.

Andrés Corona
Miembro ALCIFF

Library of a King in the Galaxy (2022) – Por Leonardo Espinoza Benavides / Midjourney

Publicado por ALCIFF

Asociación de Literatura de Ciencia Ficción y Fantástica Chilena. Fundada el año 2017.

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