Nuevamente con la editorial Biblioteca de Chilenia, Javier Cuevas Castillo, mejor conocido como Jesús Todemun, nos presenta su tercera novela: Valpunk 2127.
Ambientada en el año 2127, tras una guerra en la cual Chile ha conquistado gran parte de Sudamérica, la novela sigue las andanzas de Fergus Castillo, un detective mutante, quien es contratado junto a su exmujer para investigar una serie de misteriosos atentados terroristas con unas enigmáticas criaturas.
Androides, ciborgs y realidades virtuales, monstruos meca-orgánicos dignos del calamar gigante de Watchmen, y una rebelión de los mutantes digna del cómic homónimo de Mampato dan una forma a una historia llena de adrenalina y aventuras en una futurista perla del pacífico, la nueva capital del Chile de postguerra.
La novela, si bien se compone de veinte capítulos, se puede dividir en dos grandes partes (aunque los títulos en binario la dividen en tres). La primera, es un tecno-thriller policial con claros aires del detective Deckard de Blade Runner y las realidades virtuales de Neuromante. La segunda, es una novela de aventuras pulp, con ciudades flotantes y horribles monstruos al estilo X-men.
Jesús Todemun sigue fiel a su estilo y escribe una novela casi en formato de libreto de teatro, con mucho diálogo y sólo narración en primera persona. Y además muy poca descripción, lo que es un problema a la hora de presentarnos a los personajes. Sacrificar la descripción es una decisión arriesgada cuando se trata de fantasía o ciencia ficción, justamente porque es un recurso crucial para alcanzar cierta verosimilitud a los ojos del lector. Si bien este estilo le daba dinamismo a su trama en la saga de Maliseche, en esta novela resta más de lo que suma. La explicación es simple: en Maliseche los personajes son pocos, bastante básicos, y caben casi todos en la portada del libro. Aquí en cambio, como buena historia policial, abundan los personajes complejos y evolutivos, y las subtramas y pistas falsas, pero Todemun no hace el esfuerzo por construir adecuadamente los personajes (ni sicológica ni prosopográficamente) antes de lanzarlos a la acción. Salvo los dos protagonistas principales, el lector no alcanza a empatizar lo suficiente con ellos antes de enredarse con acusaciones cruzadas de espionaje y contraespionaje, tensión melodramática, o incluso casos de “fusión” de personajes.
El título es engañoso. En estricto rigor, la acción transcurre en el gueto de Playa Ancha y en “Neotrópolis” (ex Santiago), no tanto en Valparaíso. Si bien la novela innova con su ambientación, sacando la distopía de lugares comunes del género en Chile como Santiago (véase la novela gráfica Tricentenario, por ejemplo), Concepción (Pancho Ortega nos ha dado al menos tres versiones distintas de “Pencópolis”), o la ya cliché Ciudad de los Césares, no vemos mucho de su metrópolis futurista. Ausencia que se hace notar, más siendo una historia de detectives, un género que nació con dos elementos infaltables: un detective protagonista, y una abrazadora y decadente ciudad llena crimen y corrupción, la cual actúa como un personaje más dentro de la trama. Aún en sus versiones futuristas, la ciencia ficción ha respetado este arquetipo de la novela policial.
Más allá de alusiones a los trolebuses y el Merval (que siguen siendo sospechosamente parecidos a los que tenemos en el 2020), la mayor parte de la acción ocurre dentro de edificios, o en una realidad virtual. Esa es quizás la falencia más notoria de esta historia: no se le saca provecho a la urbe. Más allá de explicaciones genéricas de la situación política y medioambiental, Todemun no delinea adecuadamente la atmósfera de ese “Valpunk 2127” como sí hizo Philip K Dick con Los Ángeles o incluso Matt Groening con su Nueva Nueva York.
Lejos de descripciones poéticas o pomposas, se nos introduce el mundo distópico a través de los diálogos de los protagonistas. Esto es un recurso muy asimoviano, abusar de intervenciones largas y expositivas de los personajes para presentar al lector la mitología interna sin usar la narración omnisciente. Funciona, pero se pueden pulir detalles, como el repetitivo recurso de dejar inconsciente al protagonista, y que al despertar alguien lo ponga al día. Ni hablar del abuso de ciertas muletillas como “efectivamente” y “rodando los ojos”.
Como toda novela cyberpunk, aquí se plantean muchos temas interesantes, tales como la discriminación a los mutantes, la contaminación, el autoritarismo y la carrera armamentista. Ni hablar de la condición humana y sus hibridaciones con la tecnología. Pero el autor sólo repasa superficialmente estas temáticas sin profundizar en ellas en la primera parte, y ya en la segunda mitad del libro son sólo un medio para mostrarnos escenas de acción y peleas de monstruos. En ese sentido, es una novela más cyber que punk. No es políticamente incorrecta como Maliseche, de hecho es una historia bastante familiar. Tampoco se respira la decadencia o la rebeldía contestataria universal a todos los géneros derivados del punk. Un final feliz, forzado por un deus ex machina, y una historia de amor demasiado autoconclusiva dejan sabor a poco.
En suma, Valpunk 2127 parte con una trama con mucho potencial, pero se pierde en diálogos a ratos prescindibles y redundantes, y temáticas que no fueron lo suficientemente exploradas. Cumple con entretener y darle un interesante refresh a la literatura cyberpunk en Chile. La genialidad de su portada, además, invitan a soñar con una adaptación al cómic de esta novela, posiblemente su trama funcione mejor en ese formato.
DIEGO ESCOBEDO RODRÍGUEZ
(SANTIAGO, CHILE, 1994)
Periodista, Licenciado en Historia y estudiante de Magíster en Historia. Realizó su práctica de periodismo en The Clinic, y ha colaborado con distintos medios como El Mostrador y Amo Santiago. Como historiador, se ha especializado en historia de Chile y Latinoamérica.
Desde niño fue un ávido lector de libros de ciencia ficción y fantasía. Entre sus autores de referencia están Isaac Asimov, H.P. Lovecraft, Hugo Correa, Jorge Baradit, Francisco Ortega y Carlos Basso.
Ha publicado cuentos y artículos de ciencia ficción y fantasía en los sitios Tau Zero, Sitio de Ciencia Ficción, Chilenia: Ucrónicas de la República y Chile del Terror, entre otros. Ha publicado un libro de cuentos titulado “Chile Mutante” (Biblioteca de Chilenia, 2019) donde cultiva varias de sus obsesiones, entre ellas la historia de Chile, las ucronías, el horror cósmico lovecraftiano y la ciencia ficción dura.