Al comenzar la lectura de cualquier libro, siempre trato de no tener ninguna expectativa respecto a éste y menos cuando es un autor que nunca he leído. Me gusta dejarme llevar por las descripciones que se hacen e imaginar lo que muestra el escritor, mientras avanza la narración. Así entonces, me embarqué en la aventura de conocer lo que Leonardo Espinoza Benavides tenía para enseñarme con su obra.
“Más espacio del que soñamos”, hace que el lector se interne en un universo que lo lleva por lugares y mundos maravillosos que faltan por descubrir. Nos pasea por campos de la zona central, por ruinas en Venus que son investigadas por exoarquéologos, por una Alemania ucrónica.
Son diecinueve relatos entrelazados por alguien que escribe una carta con la ilusión y añoranza que esta humanidad mire más allá.
Las historias que se cuentan son muy entretenidas como para dejar de leerlas. Pero eso no significa que sean simples y sin contenido profundo. Por el contrario, me hizo pensar y reflexionar toda una gama de posibilidades que existen allá fuera. En ese cosmos que nos rodea. Un universo en el cual coexisten muchas galaxias y planetas desconocidos. Que puede haber vidas parecidas a las nuestras.
Lugares de inimaginable belleza, ya sea por los colores o geografía.
Debo decir que de este grupo de narraciones, hay algunos que me llamaron más la atención. Aunque todos de cierta manera no dejaron de sorprenderme, ya sea por la trama como por la maestría del escritor en exponer las ideas en cada uno de ellos.
En particular me gustaron del grupo de relatos El vermuza en policromata, en el cual una mujer tiene la facultad de ver más colores que el resto, interesante. También esta Wagner en Mariahilf, una ucronía que me dio que pensar. Océanos color rosa, me imaginaba algo dulce por el título, pero me mantuvo en vilo hasta el final. El padre Williams, ¿será posible lo que se describe en aquellas líneas? Mustafá, ay!.. me encantan los gatos. Mejor no sigo, porque la gracia es que ustedes los lean y tengan su propia opinión al respecto.
El futuro que se muestra, me hace pensar en el futuro que ya no fue; y que en los años treinta y cuarenta la gente creía que a estas alturas estaríamos conduciendo naves espaciales en vez de automóviles, para movilizarnos dentro de la ciudad. El futuro soñado hace más de setenta u ochenta años atrás, en cierta medida no se cumplió del todo.
El libro nos traslada a diversos lugares y ese paseo por el universo, es el que nos hace soñar que todo es posible. Ya sea lo bueno y lo no tanto. Imaginar océanos rosados, ríos de amapolas, nácar en las nubes, viajes en el tiempo, rescates en el espacio exterior. Definitivamente todo es posible con la pluma de este contador de historias.
No hay nada mejor cuando un libro es capaz de llevarte a otros mundos aunque estés dentro de un vagón de metro, próximo a llegar a tu destino. Perder la noción del tiempo y estar inmerso en cada historia de este fix-up de ciencia de ficción que nos entrega su autor. Por eso hay que darle una oportunidad tanto a este libro como a su creador. Creo que Leonardo Espinoza Benavides, sabe cómo asombrar a sus lectores. La lectura se hace ágil y entretenida. Sus personajes son variopintos. Los diálogos son precisos, no aburren. Las ideas que se expresan son claras. Nos muestra una visión de un futuro que se acrecienta a cada paso y que ya podría estar aquí.
Andrea Prado
Andrea Prado Galleguillos, nacida en mayo 1974.
Estudio comunicación audiovisual y su afición a la lectura comenzó en el colegio.
Actualmente trabaja en un call center para una entidad bancaria.
Por un taller sobre literatura de Ciencia ficción que impartió Rodrigo Juri el año 2016, su gusto por esta literatura aumentó. Por este camino conoció a escritores y aficionados a la Ciencia ficción con los cuales finalmente funda Alciff.