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(Ilustración de Daniel Hertzberg) |
Voy a ser claro desde el arranque, pues lo que leerán aquí será un ejercicio de imaginación, un intento de anticipación, una manía propia quizás; quiero, en lo posible, alejarme de ideologías políticas o sociales, aunque creo que de alguna forma terminaré contaminándome un poco de alguna.
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(Sophia la robot, gif creado por Thisguy Fawkes) |
La inteligencia artificial es un hecho, a veces inquietante, ver esos rostros sintéticos tratando de imitarnos, como Sophia, creada por Hanson Robotics, o ser testigos de cómo una supercomputadora, la Deeper Blue, venció al maestro de ajedrez ruso Kasparov en 1997.
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( «Garry Kasparov vs. Deep Blue», Fotografo: Feanny, Najlah) |
Hablamos de programas de conversación que otrora hacía las delicias para unos pocos, con ingeniosas respuestas a nuestras preguntas más estúpidas; de esos enemigos difíciles de vencer en videojuegos de estrategia que más de una palabrota nos ha sacado al despedazar nuestras bases con ejércitos de fantasía.
Imaginar la idea de que nos están estudiando, nos analizan y nos juzgan puede llegar a ser aterrador.
Stephen Hawking fue uno de sus más acérrimos detractores y sostenía de cierta forma inquietante:
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(Stephen HAwking fotografía perteneciente a A.Panttenden) |
“Los humanos, que son seres limitados por su lenta evolución biológica, no podrán competir con las máquinas, y serán superados.” (2014)
Irónico por otra parte, pues decía también que le gustaba su voz sintética y no la quiso cambiar por una más natural cuando le ofrecieron mejorar sus sistemas de comunicación. Era Hawking, el hombre del siglo, y esa ya era su voz después de todo. “I.A”, hay mucho aún que describir de ella, pero hay otro aspecto que analizar.

El poder, ese orbe imaginario, ese halo que cubre a unos pocos elegidos que llevan a cuestas el destino de muchos. ¿Quién de ustedes no se ha sentido miserable al ver como un gerente, que ni si quiera nos habló, un día por necesidades de la empresa decide prescindir de nosotros?, tirando para atrás algunos proyectos o metas ad portas de concretar, ¿O a un déspota que decidió dejarnos sin el sustento, pues no fuimos de su simpatía?, un mero capricho permisible desde su posición. O peor aún, esas mujeres, que ahora empoderadas, han sufrido un despido por no sucumbir a los caprichos de un asqueroso sujeto que cree ser una clase de macho alfa, cuyo ego inflado de un mejor pasar económico lo hace creerse un galán de telenovela.
En fin ¿cuánto hilo podríamos sacar de esta madeja? Sin embargo, tampoco debemos dejar de notar, como algunos potentados han abrazado una forma de vida altruista y se han vuelto un aporte a sus países. Brindándole un beneficio desinteresado a la sociedad, e incluso a la humanidad. En fin, puedo extenderme más, pero no quiero ser tan latoso. Sé que disponen de poco tiempo, pues también viven a sombras de los poderosos. ¡Mísero de todos nosotros!
Hace tiempo se planteó la idea en el cine de inteligencias artificiales extendiéndose por el tiempo, viendo al humano como un mal que debía ser exterminado. Creando una factoría cuyo único objetivo era volver al humano un obrero, usando máquinas más efectivas para capturarlos. Que el aporte de dicho humano como obrero, es ilógico, es como usar un oso para cazar ratones y que estos ratones giren una ruedecilla para encender un farolito. Más aun, volviendo al humano una clase de batería, sometiéndolo a un sueño colectivo, no quedando muy en claro si el aporte energético era químico, físico o mecánico. Cuando es más fácil degradarnos inmediatamente de manera molecular ahí, en joules, somos más poderosos que una bomba atómica. Como ven no tiene mucho sentido, pero son de culto y yo con la fe no me meto.
Así, se ha satanizado a la inteligencia artificial, pero, la verdad, siento cierta afinidad por la I.A, me cae bien, así como también me cae bien un martillo, unos alicates, un buen juego de llaves punta-corona o un multitester, me gano la vida con ellos, pues sé cómo usarlos. Obvio me han machacado los dedos, me he cortado, pinzado, perforado y electrocutado; pero sigo usándolos, cada error me significó un aprendizaje, y además, sigo vivo.
Hace años quería tirar una bomba así ¿saben? Me siento un poco desahogado, tal cual las líneas de producción vieron el progreso, obreros reemplazados por robots, con todo lo que significó, tanto positivo como negativo, digo una bomba pues al finalizar seguramente o muy probablemente estarán de acuerdo conmigo o tal vez me odien.
¡Ah, pero! ¿dónde quedarán los líderes? Nuestros condecorados políticos y sus promesas, ese libre albedrío de elegir a alguien, en apariencia, capaz de regir nuestros destinos, ¿dónde queda la democracia? Seamos sinceros, ¿ves en nuestro país una democracia? ¿Será acaso en realidad una oligarquía? Perdón, quizás he contaminado esto con mis ideales, pero he pasado mi vida viendo como los fuegos de artificio obnubilan al principio para después sólo ver el humo difuminándose en el aire.
Con esto no quiero descartar lo bueno que se ha sucedido en el último siglo. Tenemos más derechos, más facilidades, libertades que independiente a no tener educación y cultura para usarlas, están, y eso se agradece. ¿Acaso nos falta más historia y cultura cívica? Es decir miren las últimas elecciones, salió un candidato de un partido, y elegimos diputados mayormente contrarios a sus proyectos e ideologías.
Entonces quizás tampoco sabemos organizarnos como votantes. Pero bueno, no me meteré en controversias políticas tan útiles, mi fin es otro. Es poner sobre la mesa la discusión de la inteligencia artificial como herramienta de organización social, evitando gastos para los fondos estatales, en promedio, 43 senadores registran una renta líquida de $6.320.154 que en total, y si mi calculadora no falla por alguna poderosa razón, es un total de $271.766.622, un sueldo ridículamente excesivo en gente que tal vez, sólo tal vez, no es tan efectiva como un cerebro cibernético, una supercomputadora que con un costo también en promedio de $21.393.150 como del Orion X.
¡Así es! La inteligencia artificial no es un tirano tratando de extinguir a la humanidad, es una herramienta para la ciencia, para la medicina y la industria. Es ese compañero que tendrán nuestros viajeros siderales un elemento de organización de procesos para una civilización cada vez más extendida, que podría tomar en cuenta parámetros que pasamos por alto, reducir nuestra contaminación, y eventualmente tratarnos por fin como humanos. No como el sistema regidos por humanos que nos obliga a ser una cifra para los poderosos y que nos trata como máquinas.
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(Imagen perteneciente a magitek.technology/robots-politicos-la-nueva-aplicacion-de-inteligencia-artificial/) |
Mi nombre es Iván Salazar Villanueva, nací el 25 de noviembre de 1981 y he dedicado el tiempo de mi vida como técnico eléctrico y escritor. Mi tierra de origen es Vallenar, en la tercera región, y soy descendiente Diaguita (Los Alfareros). Actualmente estoy casado y soy padre de dos pequeñas hijas. Tengo un montón de proyectos en mente, pero la literatura ha sido mi foco desde 1999. He definido mis pasos rumbo al saber científico y tecnológico. No es que sea un erudito en dichos temas, sin embargo, éstos han definido mi forma de escribir y de pensar. He recogido de la vida los preceptos más útiles, los que me permiten sobrevivir en un medio recesivo al pensar y al reflexionar. Me tomo mi tiempo entre la vorágine de hacer y existir, de esta sociedad que se mueve a la velocidad de los datos, a la velocidad de nada. Eso soy: un instante entre eternidades, un milímetro entre distancias siderales, soy un escritor de utopías y entropías, de ficciones y realidades, de pesadillas y de sueños. Sí, estoy un poco desquiciado, pero de buena forma.