Por Daniel Figueroa Arias
Análisis de «Ansibles, perfiladores y otras máquinas de ingenio», de Andrea Chapela (2020)
A veces pasar de una lectura a otra de ciencia ficción se vuelve un tanto repetitivo, por encontrar las mismas estructuras con apenas algunos cambios cosméticos (ni siquiera propuestas estéticas en forma) sobre las mismas ideas, ya tratadas desde hace más de un siglo. Y otras pocas veces, uno se lleva agradables sorpresas como la compilación de relatos «Ansibles, perfiladores y otras máquinas de ingenio», de Andrea Chapela, una joven escritora mexicana, galardona con tres de los principales premios de México: Premio Nacional de Cuento Juan José Arreola, Premio Nacional de Literatura Gilberto Owen, ambos en el 2018, y el Premio Nacional de Ensayo Joven José Luis Martínez en el año 2019.
Hay que dejar algo claro: la Ciencia Ficción se desarrolla en la superficie de contacto entre la humanidad y la dupla tecnología-ciencia. Es esa membrana, el escenario donde los relatos de ciencia ficción. ¿Cómo la tecnología y la ciencia afectará a la humanidad? ¿Cómo cambiará las relaciones interpersonales? Y así las preguntas se continúan producto del choque de la humanidad y su tecnología-ciencia. ¿Cómo llegaremos a desarrollar esta tecnología? Esa pregunta es para los libros de ciencia, a despecho de los defensores de la Ciencia Ficción Dura.
Sobre la segunda pregunta, versa la antología escrita por Andrea Chapela. Acá la tecnología no solo es algo exterior, ajeno, sino la encontraremos en varios relatos dentro del cuerpo, indiferenciables uno del otro, velando (o alterando) incluso nuestra percepción de la realidad. En esta relación, muy a la sazón del cyberpunk, pero alejándose de ese noir característico del cyberpunk anglosajón, que nos ofrece una propuesta de colores y condimentos latinoamericanos.
La soledad, el encuentro y los desencuentros, son los temas recurrentes: Una ex pareja que se aparece como un glitch de la realidad, una criada que no se puede alejar de la casa de su patrona sin ser detectada y castigada, personas manejando su memoria y la de otros a su conveniencia, parejas alejadas por un tema de meterse en los pensamientos del otro… relatos que responden a la inquietud de adonde nos llevará la vía de la hiperconectividad y como alterará las relaciones interpersonales, especulando, incluso, sobre los nuevos oficios (y mercados negros) necesarios en el futuro.
La longevidad en vías a una cuasi inmortalidad es un tema tratado en dos de los relatos, «La persona que busca no está disponible» y «En Proceso». Ciertamente, un tema nada nuevo en la ciencia ficción, pero abordada desde una perspectiva personal, inmediata. No los temas de especulación social o filosófica, sino llevándola al cotidiano y la inmediatez: ¿Vale la pena negar la vejez y el envejecimiento? ¿Qué siente nuestra familia al ver el decaimiento del ser querido? ¿Por qué nos aventuraríamos a regresar y continuar la vida en una nueva versión de nosotros?
Para cerrar, quiero hacer mención especial del relato «El colapso de estados superpuestos», donde se retoma al ansible de Ursula K. Le Guin como medio de comunicación instantánea, interestelar. Pero de nuevo, en un muy honroso homenaje a Le Guin, se aborda no desde la posible física del aparato o de los clásicos conflictos del espacio, sino desde la soledad del viaje por largas distancias, la inevitable separación implícita y la necesidad de un ancla emocional. Es un ejemplo de cómo abordar un género como la space opera, donde es difícil encontrar propuestas en verdad novedosas, y darle un giro refrescante, cautivador para leer y dejando las bases para un posible universo literario en esta rama.
Equipo Cronn
ALCIFF 