Breves comentarios: distopías desde la utopía

Este artículo es una transcripción adaptada por Alexis Figueroa sobre el video Algunas cuestiones sobre la distopía de Daniel Maturana.

Hemos considerado durante todo el siglo XX y en lo que llevamos del siglo XXI varias historias que se reflejan dentro del género de la distopía.  Y algunos no saben que este —en realidad un subgénero— se desprende de la Ciencia Ficción. La Ciencia Ficción es la que cobija la distopía. Pero, para hablar de ella, debemos comenzar por la utopía.  Esta nace como conceptualización con La República de Platón. En este libro, el filósofo nos presenta una sociedad ideal, en donde las élites manejan todo el sistema social, descansado en los esclavos que trabajan y mantienen este funcionamiento idóneo.  Esto se ve reflejado en La máquina del tiempo, novela de H. G. Wells, en donde el protagonista viaja al futuro y observa justamente esas sociedades que para algunos funcionan como Utopía, viviendo esa fantasía maravillosa de una sociedad prácticamente “floja” —porque les trabajan—   y en la que pareciera no ocurrir nada malo. Pero alguien o algo está manteniendo esa sociedad maravillosa y sus sueños.

Podemos hablar de una primera etapa en la concepción de la Utopía, que siempre se escribió y concibió como el ideal, negando el carácter humano a ciertas personas, esto es, manteniendo un sistema de esclavitud, que poco fue criticado en el mundo, hasta el advenimiento de algunas ramas religiosas —en Occidente conocemos un poco más el cristianismo— que hicieron algunas críticas al respecto, agregando que que predicaban sobre lo que era comunitario. Es así como nace un segundo momento, por así llamarlo, de la utopía, o más bien, de segundas formas de esta, donde lo más destacado es el mismísimo libro de Tomás Moro, Utopía. En él usa el concepto y palabra utopía, que significa básicamente “no lugar”, porque es un lugar que nunca existirá, según las mismas palabras de Moro, porque su existencia real —como proyecto social y político— se presenta en contra de la propia naturaleza humana que pareciera llevarnos siempre a la extrema competencia.  

Por eso es por lo que nosotros concebimos lo utópico desde el concepto que Tomas Moro incluye en su libro, aunque en realidad fueron varios los religiosos que por esa época publicaron sus pensamientos, teniendo que ver más o menos con lo mismo: la crítica del poder, presentando algún sistema de repartición o la idea que la sociedad debiese ser más comunitaria. El mismo Moro plantea que para que todos tengamos las mismas cosas y las mismas oportunidades tenemos que ser mucho más productivos como sociedad. Sin embargo, otros autores se refieren a la repartición directa de la riqueza. Y esto suena tan actual, pese a ser un tema que ya apareció en el siglo XVI.

Luego tenemos una tercera etapa del género de la utopía, que viene fuertemente marcado por los pensadores del siglo XIX, de carácter anticapitalista. Se menciona otra vez el asunto de la repartición, pero con una singular diferencia, porque el sistema de repartición y la forma en que la sociedad se encamina al sueño maravilloso ahora ya no está vinculada con la esclavitud. Ya no hay cabida a la esclavitud, ya abolida en tal momento en muchos países. Ahora, los trabajos para mantener la sociedad lo hacen las máquinas. Esto se inspiró en la revolución industrial, por tanto, hay muchos temas con las máquinas de vapor. Incluso hay algunos textos que hoy podríamos clasificarlos como steampunk, escritos que hoy son bastante famosos. Se trata de libros que nos presentan —en una ucronía temporal— sociedades distintas en dóndeel avance no pasa por el combustible o el petróleo, generando máquinas solo dependientes del vapor. Ya en el mismo siglo XIX hubo algunos escritos que hablaron. Lo importante es que aquí la sociedad maravillosa se sostiene gracias al trabajo que hacen máquinas. Luego podemos hablar de esta tercera etapa en la que el trabajo ya no lo hacen los esclavos, sino las máquinas.

Lo que pasa en el siglo XX —y en algunos textos del siglo XIX— es que se hace una crítica de esto, porque el uso excesivo de dichas máquinas puede llevarnos al máximo control y el exceso de la automatización podría así, provocar problemas. El siglo XX entonces abre las puertas a la cuarta etapa, que es la crítica a un sistema que se sostiene demasiado en las máquinas y que termina automatizando —robotizando— al propio ser humano.

Si esto les suena conocido, bueno, Un mundo feliz de Huxley presenta esta perspectiva. Huxley había leído y se había basado en ideas señaladas antes —allá por el año 1924— por el escritor ruso Yevgueny Zamiatin, en el libro Nosotros. Ahí se muestra una sociedad que es como un “Excel” social, todo cuadrado todo basado en las matemáticas. La población tenia incluso que tener un dominio de los números si no quedaba abajo del buque. Así es como los libros empiezan a plantear este problema, el de una sociedad rápida, fugaz, que avanza sin ninguna clemencia hacia aquellos que se van quedando atrás.

Al mismo tiempo que estos libros critican el uso de maquinarias, también están criticando la productividad excesiva: critican el Fordismo y el Taylorismo.  El cine también se involucra: películas como Metrópolis o Tiempos Modernos de Chaplin, presentan también estos temas. Así es como el siglo XX se enmarca en un nuevo género, en que el caso no es ya el de una sociedad ideal, sino de una totalmente corrompida.  O sea, una “no utopía”. Es una distopía.

Un mundo feliz, Nosotros, 1984, Farenheit 451. Ahí tenemos ejemplos notables de una distopía que dice al que está leyendo “esto no está planteado como un ideal, si no como una sociedad negativa, mala”. Hay variadas formas argumentales de presentar esto. Por ejemplo, con los escenarios: un escenario donde podemos mostrar lo que está pasando en la distopía afecta directamente la trama o bien como algo   que está de fondo y en donde acontece una evolución de personajes o en otro caso, una historia típica, pero con escenarios fantásticos. Y hay más posibilidades. Farenheit 451 tiene un poco de evolución de personajes y presenta muy bien a estos contra el fondo distópico de la novela, involucrándolos con el mundo y dando en su justa medida lo que está sucediendo en él.  En Un mundo feliz, en cambio, la trama se basa en lo que pasa en el mundo en sí, y si bien los personajes no evolucionan tanto, la trama está siendo afectada por los sucesos del mundo. Como sea, la distopía se instala el siglo XX y ahora en el siglo XXI se nos vienen un montón de subgéneros al respecto, gracias a que tenemos las posibilidades de la modernidad.  Podemos acceder fácilmente a datos históricos y tenemos a la mano mucha información.

Un género que también es fuerte y nace de aquí es la ucronía. La ucronía es suponer que un evento histórico cambia y por tanto cambia toda la historia de ahí en adelante. Esto quiere decir que la línea temporal es la misma, pero en algún punto algo sucede de otra manera, y desde ahí el autor supone cuál es el nuevo desarrollo histórico que ocurrirá. Un ejemplo es Estados Unidos de Japón: la segunda guerra mundial la ganan los japoneses y los alemanes; desde el año 1945 todo es distinto. Estados Unidos de Japón se basa en el famosísimo libro de P.K. Dick, El hombre en el castillo, que es básicamente lo mismo, pero con protagonismos de distintos niveles.

Como se planteó, la ucronía al final del siglo XX tiene un realce que tiene que ver mucho con el dominio de información histórica acumulada y disponible. Lo otro es que la distopía puede ir centrada en lo clásico de la Ciencia Ficción que es la tecnología y la maquinaria, pero también presenta un elemento que se denomina Ciencia Ficción blanda, representado en lo social, es decir, los problemas sociales que conforman la distopía se encuentran en lo sociocultural y lo sociopolítico. Un breve esbozo de las problemáticas centradas en lo sociocultural nos puede presentar textos como 1984, o La máquina del tiempo, de Wells, en los que la crítica abarca tanto el extremismo capitalista como el socialista.  Por ejemplo, en algún momento la distopía se planteó como lo negativo de extremar el sistema socialista. Después, al vivir en el sistema capitalista, se generaron escritos que extremaban el comportamiento capitalista. En general, siempre han funcionado como una crítica escondida. 1984 operaba así y Reunión en la granja funcionaba de la misma manera, aunque con elementos de la fantasía.  

Ahora, respecto al futuro que tiene la distopía y la misma utopía… pues ahora ha cambiado mucho el modelo. En la distopía siempre había una negatividad de lo social pero hoy los autores están presentando algo distinto, una sociedad que puede ser tal vez para mejor porque podemos pensar que no todo tiempo pasado fue mejor, sino que solo había otras condiciones de vida. ¿Estamos realmente peor ahora o antes? Es complejo decirlo, porque dependiendo dónde vivamos vamos a decir: “sí, estamos mejor… o peor”.

En la literatura ha ido cambiando un poco esto. Se imaginan sociedades distintas en donde hay equilibrio o igualdad de género; eso es un aspecto importante que lo están explorando mucho las autoras actuales de ciencia ficción, presentando futuros en donde esto ha cambiado. Esa crítica ya está presente en Úrsula K. Le Guin y en Margaret Atwood, en los libros La mano izquierda de la oscuridad y El cuento de la criada, respectivamente.  Asimismo, el tema medio ambiental sin duda es algo que se presenta fuerte respecto el futuro.

El subgénero que toma con gracia el actual siglo XXI —un poco desde la distopía negativa— es el ciberpunk, que se expandió a mayores velocidades que la segunda parte del siglo XX. Así, la distopia y la utopía son temas interesantes. La utopía ahora vuelve, digamos, a presentarnos la sociedad ideal, con otras problemáticas, pero centradas en sistemas de igualdad, mientras la distopía se va enfocando hacia temas tecnológicos y el problema de la identidad.  En el mismo Blade Runner se ve el problema de un mundo distópico, pero el problema tiene asimismo que ver con la identidad personal, así que el tema da para largo.

Aunque ciertamente hay mucho más para decir, hay montones de subgéneros y esto, no para más. Lo mío es un pequeño relato que quiere mostrarles de dónde deriva este concepto de la distopía y hacia dónde va. Aunque bueno, el rol de la ciencia ficción es especular, no predecir, y en la especulación puede que existan cosas que coincidan o no. No mucho se puede decir de lo que pasará: podemos especular mucho —sobre todo los autores de CF— y hablar de las posibilidades es justamente especulación. Es raro que podamos hacer una predicción pese a que ahora tengamos la ventaja de tener muchos más modelos científicos respecto a las probabilidades de eventos que pudiesen ocurrir. Espero que disfruten esta información e insisto que corresponde a una pequeña introducción.

Daniel Maturana
Miembro ALCIFF

Publicado por ALCIFF

Asociación de Literatura de Ciencia Ficción y Fantástica Chilena. Fundada el año 2017.

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