Un destello de luna en la diversidad sexual de la sociedad chilena de los 90

Por Donald McLeod

Nada nos devuelve a la infancia de los años 90 como las series de anime que se transmitían en Chilevisión después del colegio, en una época en donde la televisión criaba a las infancias sin mucha supervisión adulta. En este panorama, sobrevive en mi —y con cariño— la imagen de Serena (Usagi Tsukino) transformándose en Sailor Moon. Este anime japonés irrumpió en la televisión chilena durante el auge del anime en América Latina, una época en la que Chile apenas comenzaba a abrirse culturalmente al resto del mundo después de una prolongada dictadura.

Imagen: espinof.com

«Sailor Moon» es una serie de anime japonés creada por Naoko Takeuchi, que se transmitió por primera vez en la década de 1990. La serie sigue a un grupo de chicas, lideradas por Usagi Tsukino (Serena en la versión latina), quienes tienen la capacidad de transformarse en heroínas llamadas Sailor Scouts. Ellas luchan contra las fuerzas del mal, mientras navegan por la vida cotidiana, las tareas del colegio y los desafíos de la adolescencia Pero «Sailor Moon» era mucho más que un simple dibujo animado. En un Chile todavía marcado por las secuelas de una sociedad profundamente conservadora, las Sailor Scouts surgieron mostrando un camino de empoderamiento y libertad femenino. Lo que es interesante es que la autora no se limitó a presentarnos una única imagen de lo que una mujer podía ser. En su historia, cada mujer tenía personalidades y sueños diferentes, ofreciéndonos un abanico de posibilidades sobre la feminidad, una diversidad que había permanecido oculta en las narrativas tradicionales. Pero lo verdaderamente revolucionario de «Sailor Moon» —para mi— fue cómo desafió las normas de género y sexualidad. Haruka y Michiru, también conocidas como Sailor Uranus y Sailor Neptune, eran más que solo compañeras de pelea. Ellas eran novias. Un hecho tan simple y tan humano, pero en la sociedad chilena de los 90, se consideraba audaz, incluso subversivo. Aunque en la versión chilena las censuraron y las presentaron como «primas», su relación inició conversaciones, desafió prejuicios y sembró semillas de representación en el corazón de muches.

Son variados los acontecimientos que permitieron esto como que mientras Naoko Takeuchi escribía el manga, la serie de anime se producía casi en paralelo, permitiendo que la serie se mantuviera fiel a su visión original, evitando la mayoría de los filtros y la censura que a menudo se imponen en el proceso de adaptación. Aunque la versión televisada suavizó ciertos elementos, la esencia de «Sailor Moon» y su mensaje de diversidad y empoderamiento se mantuvieron intactos, mostrándonos hombres que se transformaban en mujeres, villanos con labios pintados y personajes sin género definido. Agregar además que se transmitía en horario de la tarde, sin supervisión adulta, brindándonos la oportunidad de estar expuestos a nuevas formas de representación y exploración de nuestras propias identidades sexuales.

«Sailor Moon» no fue solo una serie de televisión para los niños de los 90, fue un espejo de una época en plena transición. Un Chile que, después de años de dictadura, nos permitió imaginar un mundo donde cada uno de nosotres podría ser la heroína de nuestra propia historia, sin importar nuestro género o a quién amamos. Aunque han pasado los años, Sailor Moon sigue siendo un ícono de representación en las luchas feministas y LGBT+ en el panorama nacional actual.

Equipo Cronn

Publicado por ALCIFF

Asociación de Literatura de Ciencia Ficción y Fantástica Chilena (ALCIFF), una organización comunitaria sin ánimo de lucro dedicada a la promoción y desarrollo de la ciencia ficción en particular y la literatura fantástica chilena en general. ALCIFF se desarrolla mediante los proyectos de sus integrantes nacionales e internacionales.

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